viernes, 22 de diciembre de 2017

Siete Tazas bajo la lluvia


Una de las mejores cosas de viajar es la posibilidad de contrastar los prejuicios con la realidad y enriquecer el espectro de colores con el que vemos el mundo. Cuando oí hablar de las Siete Tazas siempre me imaginé un bello salto de agua y no mucho más que eso. No podía estar más equivocado.


Las Siete Tasas son hermosas. Parecen talladas a mano en medio del bosque cordillerano. Una tras otra se suceden perfectas. Las personas hacen fila para verlas, incluso bajo la lluvia. Pero no están solas: Forman parte de un conjunto de saltos de agua y además están inmersas en un bello bosque cordillerano. Y ahí estaba mi prejuicio. No podía imaginar que tan cerca de la zona central de Chile me pudiese encontrar con un bosque así.

Molina

Molina

Molina

Llegar hasta el Radar Siete Tazas sin vehículo puede ser algo dificultoso. Pero se puede. Lo primero que hicimos fue tomar un bus desde Santiago hasta Molina. Otra posibilidad es tomar un bus hasta Curicó y de ahí a Molina. Alojamos en un hostal y al otro día tomamos un bus que nos llevaría a las Siete Tazas.

Un problema con el que nos topamos es que el Parque Nacional estaba cerrado por mantención. Lo bueno es que se podía ingresar por una ruta alternativa. Aclarado este punto nos embarcamos en el bus y partimos rumbo a la cordillera.

Salto El Velo de la Novia

Salto El Velo de la Novia

Tras casi dos horas de viaje nos bajamos en la primera caída de agua: Salto El Velo de la Novia. ¡Era precioso! Está a cierta distancia del mirador, pero se apreciaba muy bien. El bus siguió su camino y nosotros iniciamos nuestra caminata. Era fines de septiembre y el cielo se veía de un gris amenazante.

Radal Siete Tazas

El trayecto hacia más arriba era agradable y de leve pendiente. A un costado nuestro corría el río y al otro lado se asomaba un tupido bosque nativo. Llevábamos media hora caminando cuando llegamos a la entrada oficial del Parque Nacional y comenzaron a caer las primeras gotas del cielo. A medida que aumento la intensidad de la lluvia aumentamos la velocidad del paso.

Efectivamente el acceso a las Siete Tazas desde el Parque Nacional estaba clausurado, así que seguimos subiendo hasta que llegamos a El Valle de las Catas, donde se pagaba una entrada de $2.500 y se podía acceder a un sendero que nos llevaría hasta los saltos de agua.

Mirador Puente Frutillar

Pagamos la entrada e ingresamos al parque. En este punto del trayecto la lluvia era intensa y ya estábamos completamente mojados, pero sin frío por la caminata. Descendimos unos metros y nos encontramos con el Mirador Puente Frutillar. Entre medio de una gran formación rocosa cubierta de vegetación circulaba un río de agua turquesa.

Mirador Saltos del Claro

Mirador Saltos del Claro

Mirador Saltos del Claro

Continuamos hasta la entrada oficial al sendero. A partir de ahí aumentaba la cantidad de personas caminando bajo la lluvia. La ruta era de tierra y se internaba en el bosque. Así llegamos hasta el Mirador Saltos del Claro. Debido a la lluvia sólo pude sacar fotografías con mi celular. El lugar era hermoso y poder contemplarlo bajo la lluvia me hacía sentir aún más al sur.

Radal Siete Tazas #Chile

Radal Siete Tazas #Chile

Seguimos por el sendero y nos encontramos con una larga fila de personas. Estaba claro lo que aguardaban: Allí estaba el mirador a las Siete Tazas. Detenidos en la fila, la temperatura corporal comenzó a descender. Luego de casi media hora de espera accedimos al mirador.  Las Sietes Tazas se veían muy bien desde ahí. Realmente es un paisaje especial.

Radal Siete Tazas

Radal Siete Tazas #Chile

Sacadas las fotos de rigor (Sólo con el celular), volvimos a la huella de tierra para continuar hasta nuestra última parada: El Salto de la Leona. Llegamos hasta una quebrada desde donde se apreciaba el bosque en toda su inmensidad, descendimos por el borde y pudimos acceder al mirador del Salto de la Leona. Se veía precioso y prácticamente no había nadie más.

Empapados, pero felices, comenzamos el camino de regreso hasta la entrada del camping. Ahí tuvimos que esperar casi una hora hasta que pasara el único bus de regreso. Para cubrirnos de la lluvia nos pusimos bajo la saliente del techo de la recepción. A medida que pasaba la hora, comenzó a bajar la temperatura.

Así estuvimos hasta que llegó el bus. Dentro sentimos una temperatura mucho más agradable. Me saqué la chaqueta empapada y nos acomodamos para las dos horas de retorno.

De suerte no me resfrié. Y si bien no pude obtener muchas fotografías por culpa de la lluvia, la evaluación del viaje fue excelente. Las Siete Tazas son un lugar espectacular para visitar. Ahora seguiré buscando nuevos parques nacionales y disfrutar de una de las mejores actividades que puede existir: caminar al aire libre en medio de la naturaleza.

EN TWITTER




Salto El Velo de la Novia
Hernán Castro Dávila
Valparaíso, Chile
17 de diciembre del 2017